El liderazgo distribuido consiste en la distribución de facultades tales como toma de decisiones, planeación y control a todos los miembros de la organización, de acuerdo a su ámbito. El liderazgo distribuido puede llevar a una empresa, si se desea, al concepto de organización autoadminisitrada.
Las personas nos asociamos en organizaciones para cumplir un fin, que debería estar alineado con nuestro propósito personal. En la práctica muchas veces esto no funciona así. Un grupo de personas crean una empresa, con un cierto objetivo, incluso un sueño, que pronto da paso a otro objetivo: ganar dinero. La empresa integra nuevos miembros, a quienes llama empleados, pero, aunque en muchos sentidos los considera parte de la misma, los maneja como externos: mediante un contrato se les pide un trabajo y se les otorga una contraprestación. Por lo anterior, la empresa puede prescindir de los empleados cuando le sea conveniente, y de la misma forma los empleados abandonar la empresa. A su vez la cultura de integrar como propósito el lucro trasciende hacia las personas, y parecería que para muchos es el principal propósito.
Las contradicciones en que se incurre por lo anterior causa problemas en las organizaciones, muchas veces severos.
La propuesta es el propósito congruente. El propósito de las personas puede ser variable, pero se puede concretar en el término desarrollo integral. Las organizaciones se crean para satisfacer el propósito de las personas, así que también deberían buscar el desarrollo integral, directa o indirectamente, de todos los miembros de la organización y de personas externas. Esta premisa se mantiene en los organismos vivos (compuestos por células), grupos animales y en todo el Universo, de tal forma que nos lleva a organizaciones orgánicas.
Partiendo de esta premisa, la organización debería tener los siguientes principios:
1. Todos los miembros de la organización (socios o empleados) son parte de la misma, y colaboran con ella. Puede haber diversidad e incluso privilegios (ejemplo, por la aportación hecha a la organización), pero todos son miembros. Nadie es más ni menos importante por ello.
2. Todos los miembros colaboran en el objetivo; es cierto que cada uno puede tener funciones y responsabilidades diferentes, pero ello no obsta para que todos colaboren en la gestión de la organización.
3. La organización antepone el desarrollo de sus miembros y el de personas externas (a través de los bienes y servicios que ofrece) al lucro. El dinero es necesario para subsistir y posteriormente para cumplir en mejor forma su propósito (generar beneficio para sus miembros y personas relacionadas).
4. Dado que nadie es más o menos importante, las decisiones no consideran la importancia de las personas sino el cumplimiento del propósito. Se promueve que cada miembro, incluso los socios fundadores o los directivos, cumplan con esta premisa.
5. Cada persona tiene una responsabilidad y autoridad sobre la misma, por lo que tiene poder de decisión sobre ese ámbito, aunque su función parezca pequeña; si la decisión puede afectar a otras personas, debe considerarlo e incluso consultarlo.
6. Existe una organización, formal o virtual, que facilita la participación, colaboración y comunicación de todas las personas de la organización. Además, se proveen herramientas que facilitan dicha participación.
Una organización que opera bajo estos principios podría tener la siguiente estructura de equipos de trabajo.
En Ishmati contamos con una metodología para implementar el liderazgo distribuido en su organización.